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Economía

A tiempo es tarde: ¿y la puntualidad?

Si te interesa, ahí estarás, punto. Si la puntualidad no es una de tus virtudes, lo que reflejas son una bola de atributos que lejos de fomentar una buena imagen, aportan al plano negativo de quién eres.

Irresponsables, irrespetuosos, desordenados, desconsiderados, huevones y hasta fantoches, son adjetivos que se añaden a la lista de aquellos considerados con la gracia de la impuntualidad… dicen por ahí que las excusas son como los granos, todos los tenemos. ¿Y qué si piensan eso de ti?, pues importa y mucho, sobre todo si hablamos de tu trabajo, pues la formalidad, profesionalismo y credibilidad están en juego.

A tiempo es tarde, diría mi abuela, así que si tu cita es a las 10 de la mañana, llegar al salón de juntas a esa hora es ya una cosa suave, un tanto riesgosa, y no se trata de vivir al límite. Los imprevistos están a la orden del día y son prácticamente ingobernables, lo único que puedes hacer es tomar medidas para diluir su impacto, si te propones estar en el lugar de tu cita por lo menos 15 minutos antes de la hora establecida, reinarás.

Ser el primero tiene sus ventajas, tienes la oportunidad de ambientarte, relajarte, tomar una posición cómoda en el espacio y sobre todo, alejar la tensión de ser el último al que esperan aparezca por las puertas de la sala. Para eso, debes sí o sí, tomar en cuenta los tiempos de traslado y cada peripecia de movilidad. Si tienes varias citas en un sólo día, acomódales un horario de inicio y fin, no tiene nada de malo agendar horarios específicos para el desarrollo de una junta o sesión, al contrario te ayudará a hacerlas aún más eficaces, y así podrás terminarla a tiempo para llegar a las otras citas del día; informa a los involucrados de dichos tiempos.

No dejes nada suelto, cuando agendes debes anotar todo y aclarar cualquier cita con horario y coordenadas, “viernes 23 a las 15:00 horas en sala de juntas, restaurante tal o cual”, ayúdate de aplicaciones como Google Calendar para poder gestionar que los demás coincidan con la misma información. Aquí entran las alarmas y su maravillosa existencia, prográmalas como una herramienta de autogestión.

Si de plano ves que el día no está saliendo como lo planeado, como suele pasar algunas veces, entonces procura avisar de los nuevos tiempos que manejas para ver si te esperan o de plano se reagenda, ¡aguas! no lo hagas cuando los demás ya están ahí, siempre hay forma de avisar con anticipación.

Aunque no nos guste, hay actos de impuntualidad que no puedes gobernar, sobre todo si se trata de tu jefe o personas con un rango mayor al tuyo, si no se trata de cualquiera de esos casos, hay una cura efectiva: espera 10 minutos y pasados estos momentos, cuando la persona llegue, infórmale que deben reprogramar los tiempos para una nueva fecha pues supusiste que no llegaría y ya acomodaste otras actividades, duro pero efectivo.

Con la vara que mides serás medido, el primer ejemplo de puntualidad debes ser siempre tú, con pequeños hábitos podrás lograrlo y posiblemente impactar en positivo a tu equipo de trabajo, lo que se reflejará en la productividad, ventas y utilidades de la empresa en la que estás poniendo hoy tu 100%, lo creas o no, el tiempo es oro.

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