Cuando las mujeres están en la negociación, la paz dura más tiempo

La ONU hace sonar la alarma sobre la marginalización política extrema de las mujeres.

En los últimos casi 30 años, las mujeres solo han constituido el 2% de los mediadores, el 8% de los negociadores, y el 5% de los testigos y signatarios de todos los procesos de paz. Sin embargo, cuando están presentes en la negociación, la posibilidad de que el acuerdo dure más de quince años aumenta en un 35%.

 

“La participación de las mujeres en los procesos formales de paz sigue siendo extremadamente limitada”, denunció el Secretario General este jueves ante el Consejo de Seguridad.

António Guterres reveló que entre 1990 y 2017, las mujeres constituyeron solo el 2% de los mediadores, el 8% de los negociadores y el 5% de los testigos y signatarios en todos los procesos de paz importantes, sin embargo, los conflictos siguen teniendo un efecto devastador en las mujeres y las niñas.

“La ONU ha documentado más de 800 casos de violencia sexual en conflictos en 2017, un aumento del 56% desde 2016”, dijo.

El titular de la ONU aseguró que las defensoras de los derechos humanos, las líderes políticas, las periodistas y las activistas, que desempeñan un papel importante en el abordaje de las causas fundamentales de los conflictos, son amenazadas a tasas alarmantes.

“La marginación de las mujeres, la falta de acceso a los servicios de salud y educación, y su desempoderamiento económico siguen siendo tanto una causa como un efecto de los conflictos”, dijo, recalcando que la financiación de programas para promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en los países afectados por conflictos es solo el 5% de la ayuda bilateral total a esos países.

 

Más palabras que hechos

Guterres dijo que a pesar de que los Estados cada año se reúnen en el Consejo de Seguridad y se hacen compromisos loables sobre el tema, estos no se respaldan con el apoyo financiero y político requerido.

“Hay una brecha significativa entre lo que decimos en esta cámara y lo que hacemos afuera”.

“Hay una brecha significativa entre lo que decimos en esta cámara y lo que hacemos afuera”, afirmó, resaltando que, a pesar de los esfuerzos, las mujeres siguen teniendo pocos espacios para participar y sus organizaciones cuentan con pocos recursos.

El Secretario General recomendó varias medidas para abordar esta brecha en lo que queda de año y en 2019.

“Les insto a que inviertan en la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres no solo como fines en sí mismos, sino como medios críticos para lograr nuestro objetivo general de prevenir y terminar con los conflictos y construir la paz y la prosperidad en el mundo para todos”, concluyó el titular de la ONU ante los quince miembros del Consejo.

 

Hay esperanza

La directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka, también estuvo presente en la reunión, y haciéndose eco a las palabras del Secretario General, expresó su alarma por la extrema marginalización política de las mujeres.

“Las mujeres no pueden ser excluidas de los procesos de paz simplemente porque no van al frente de guerra (…) Nuestra continua tolerancia por el reconocimiento limitado del conocimiento y la experiencia de las mujeres es vergonzosa”, dijo.

Nuestra continua tolerancia por el reconocimiento limitado del conocimiento y la experiencia de las mujeres es vergonzosa.

Mlambo-Ngcuka agradeció a los miembros del Consejo sus esfuerzos, pero recalcó que se deben usar todos los canales diplomáticos disponibles e influencia política para garantizar que las decisiones que se toman en la sede de la ONU en Nueva York se reflejen en terreno.

La directora aseguró que es hora de que las Naciones Unidas mantengan una conversación sobre el apoyo y la financiación a procesos de paz que excluyen a las mujeres, y pidió que se le dé mucha más protección a las activistas y defensoras de derechos humanos.

“El cambio está en nuestras manos (…) Si las mujeres reciben apoyo para organizarse efectivamente, serán imposibles de detener”.

Mujeres indígenas en Guatemala fueron sistemáticamente violadas y esclavizadas por los militares en la comunidad de Sepur Zarco durante 36 años de guerra civil.

Un ejemplo desde Guatemala

Las mujeres del grupo indígena Q’eqchi, fueron esclavizadas y violadas por el ejército durante los 36 años de conflicto civil en el país centroamericano, y aún esperan que se materialicen las reparaciones ganadas con tanto esfuerzo.

Pero quince mujeres de Sepur Zarco en Guatemala, con la ayuda organizaciones locales y ONU Mujeres, lograron asegurar la condena de dos exoficiales militares por cargos de crímenes de lesa humanidad, en 2016.

Fue una decisión legal innovadora; la primera vez en cualquier lugar del mundo que un tribunal nacional había procesado la esclavitud sexual durante un conflicto utilizando la legislación nacional y el derecho penal internacional.

A las mujeres se les otorgó un total de 18 medidas de reparación, incluida la educación para los niños de su comunidad, el acceso a la tierra, una clínica de atención médica y otras intervenciones que ayudarían a enfrentar lo que ONU Mujeres ha descrito como “la pobreza extrema que su comunidad ha tenido y soportado a través de generaciones “.

Pero ONU Mujeres dice que muchas de las reparaciones no han sido pagadas.

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