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Deportes

El once de… futbolistas y política

Hay jugadores que se han distinguido por mostrar sus opciones ideológicas. En el terreno de juego, ante los micrófonos o directamente dedicándose a la política tras haber finalizado sus carreras. En esta alineación los hay de todos los colores: conservadores, comunistas, fascistas, nacionalistas, independentistas, activistas, ministros y hasta el actual presidente de un país. Aquí os los presentamos juntos y revueltos. Sería divertido verlos de cañas.

Abbiati. El que fuera portero del Milan dijo en una entrevista en 2008 que no le molaron ni la alianza de Mussolini con Hitler ni las leyes raciales que aplicó el dictador italiano. Eso sí, ello no quitaba que profesara admiración al Duce ni que se reconociera fascista, tanto que hasta contó que la melodía de llamada de su móvil era el himno de ese partido.

Thuram. «No juego para fascistas», afirmó este francés de origen caribeño al enterarse de que la Lazio, interesada en ficharlo, había abortado antes la contratación de un futbolista judío por presiones de su hinchada ultra. Sarkozy lo quiso hacer «ministro de la diversidad», pero el que fuera campeón mundial y europeo con los bleus declinó la oferta.

Kortabarria. Central de la Real, su imagen quedará siempre ligada a la ikurriña que portó junto con Iribar, capitán del Athletic, en un derbi vasco en 1976, pocos meses después de la muerte de Franco. La bandera no era legal entonces, y su gesto contribuyó a normalizarla. De ideas independentistas, renunció a jugar con la selección española.

Kaladze. Posiblemente, el georgiano más famoso después de Stalin, aunque este no tuvo ese pasaporte. Defensa del exitoso Milan de Ancelotti, a día de hoy es alcalde de Tiflis, la capital de su país, pero ya tiene recorrido en esto de la política: antes tuvo despacho de viceprimer ministro y ministro de Desarrollo Regional del gobierno de Georgia.

Mihajlovic. Triunfó en los 90, justo cuando Yugoslavia se desangraba en las guerras que siguieron a la desintegración del país. En los años del conflicto, el serbio llamó «gran guerrero que combate por su pueblo» a Ratko Mladic, el máximo responsable militar de la masacre de Srebrenica. Jugó en la Lazio, donde era un ídolo para sus tifosi fascistas.  

Rivera. Estrella del Milan de los 60 y 70, jugaba en posiciones de ataque. Sin embargo, cuando dio el salto a la política, en los 90, se dedicó a la Defensa, la subsecretaría que le encomendó Romano Prodi, el que fuera presidente del Consejo de Ministros italiano. Más adelante, el Bambino d’Oro acabaría teniendo escaño en el Parlamento Europeo.

Sócrates. Pocos hablan de que Brasil era una dictadura cuando su selección se coronó con la magia de su fútbol en México ’70. La Canarinha también deslumbró –esta vez sin ganar– en España ’82, con los militares aún marcando el paso… y con El Doctor y su Democracia Corintiana rebelándose con sus mensajes contra el régimen, que al fin caería en 1985.

Pelé. En el terreno de juego, O Rei impuso su monarquía desde que asombró al planeta en el Mundial de 1958 hasta que volvió a llevar a la Verdeamarela a lo más alto en 1970. Ya retirado, fue miembro del gobierno de una república, la brasileña, cuyo presidente lo puso al frente del Ministerio de Deportes en 1994. Bajo su mandato se aprobó la Ley Pelé.

Di Canio. Otro laziale con tendencia a alzar el brazo. Se le recuerda más por sus gestos ultraderechistas que por sus goles. Ya retirado, un día soltó que no era fascista. No mucho más tarde, lo despidieron de Sky Sports por mostrar un tatuaje con la palabra DUX. Paolo, explícanos cómo va la movida esa de que te motiva el Duce pero no eres fascista.

Lucarelli. Natural de Livorno, donde también nació el Partido Comunista Italiano, alzaba el puño al marcar gol. Esto puede no tener connotaciones políticas, pero sí las hay cuando acto seguido muestras una camiseta del Che Guevara. Rechazó varias ofertas de clubes punteros para fichar por el equipo de su tierra y subirlo con sus goles a la Serie A.

Weah. Los nostálgicos del fútbol de los 90 lo recordamos brillando en el PSG y luego en el Milan, con aquel golazo al Verona galopando de área a área. El único africano con un Balón de Oro decorando su casa ganó en 2017 las elecciones a la presidencia de su país, Liberia, con lo que deja en categoría amateur a los demás componentes de este once.

Entrenador: Pep Guardiola. De jugador se sabía de su cercanía al nacionalismo catalán, pero ello no le impidió defender la camiseta española. Fue ya en los banquillos cuando se desató como independentista, y hasta fue incluido en la lista conjunta de ERC y Convergència para las elecciones catalanas de 2015. En la Premier League le cayó una multa por llevar el lazo amarillo. Pep, que allí no permiten símbolos políticos, hombre.

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Manuel Vega / El Revulsivo

Periodista saliendo adelante como autónomo. Soy más de contar historias que de opinar, pero si lees una opinión mía es porque me he documentado antes.

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