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Fragmentado

En este mundo redondo donde abundan las ideas cuadradas y las cosas serias se saludan a diario con las burdas, donde ni todo lo que parece bueno es tan bueno, ni todo lo que se dice malo es tan malo. Pero sobretodo en este México de los claroscuros, de las ambivalencias, de las dicotomías, de lo binario. Donde no existen los matices. O eres blanco o eres negro, eres bueno o eres malo, estás conmigo o estás contra mí. Donde se llama ignorante a otro, sólo por pensar distinto, donde ocurren guerras todos los días sólo por diferencia de opiniones. Se gastaría demasiada tinta nombrando la intolerancia general hacia la religión, diversidad sexual, pensamientos, ideas y forma de vivir de otros. Este México cada vez más dividido, este país de chairos y fifís. Este México en que o eres de izquierda o eres de derecha. Este México donde no hay más elección.

Este México mágico que últimamente nos exige cada día posicionarnos en el extremo izquierdo o derecho, lo que es malo, pero no tan malo, porque a final de cuentas los ciudadanos están tomando una postura política que vaya de acuerdo a su historia de vida, su educación, su percepción de la cultura, y eso es bueno, pero no tan bueno porque a muchos les ha hecho lanzarse a la yugular de quien no comparte su opinión.

Es  necesario hacer una pausa y tomar conciencia de lo que México está viviendo: un presidente que ha entrado hasta la médula en los mexicanos, que se ha insertado de una manera muy particular en la idiosincrasia mexicana a través del lenguaje. Y el lenguaje es político, por lo cual es una conquista simbólica. Esto le ha permitido identificarse con los ciudadanos de a pie, ha eliminado las barreras que habían puesto sus antecesores, su relación con el pueblo es más horizontal y el pueblo así lo siente, lo que es bueno, pero no tan bueno, porque ahí llega una división importante: los que le siguen y los que le odian, los chairos y los fifís.

Es importante observar que hay una intención de recuperar el protagonismo de las comunidades indígenas en la conservación de nuestra identidad,  lo que es muy bueno, pero no tan bueno, porque aunque nuestras comunidades indígenas están dentro del territorio mexicano, están excluidas de América Latina de manera simbólica. Puesto que las lenguas originarias no provienen del latín. ¿Entonces el mismo nombre está excluyendo a estas comunidades de su propio continente? Esta es otra muestra de la importancia política del lenguaje y su uso.

También hay que mencionar algo más: se dice que los pueblos originarios dan identidad, que conservan la cultura y muchos otros comentarios románticos, algo que es bueno, pero no tan bueno, porque la realidad es que la mayoría de los mexicanos pone cara de desagrado cuando los tiene enfrente. Parece que algo detona el malestar al distinguir rasgos indígenas en el otro. Como Evo. Sí, Evo Morales, un indígena que logró llegar a ser Presidente de Bolivia, semejante descaro a los ojos de muchos (además de los mexicanos) e independientemente de todos los demás temas, la verdad es que es un atrevimiento que muchos no le perdonaron. Un indígena presidente. Lo que puede parecer malo, pero no tan malo, pues así como Evo se atrevió, las universidades ya tienen matriculados a muchos jóvenes hijos de indígenas que han sido humillados y excluidos históricamente, tanto en México como Centro y Sudamérica. Estos jóvenes seguramente harán lo necesario para pagar la deuda con sus predecesores. ¡Aguas con eso! Y eso es bueno, pero no tan bueno, en México podemos recordar a los estudiantes de Ayotzinapa.

Y si además de ser indígenas, protegen como perros guardianes sus recursos, sí, esos recursos por los que indudablemente se generarán más conflictos en Centro América. Claro, es el lugar más joven del mundo y el menos explotado, ¿De dónde puede saciarse la voracidad del mercado actual? ¿Dónde puede abastecerse? Aquí, por supuesto. Dividir las naciones, y masacrar lo poco de identidad que les queda es uno de los recursos utilizados por este depredador voraz para bajar las defensas y saquear los recursos de los países. ¿Y los discursos sobre el bienestar de las personas y los derechos humanos? Son buenos discursos. Sólo eso.

México debe mantener la postura que lo ha mantenido a pesar de tantos golpes: su unidad. No debe olvidar que la verdad es colectiva, y cada mexicano es una parte de ella.

  

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Alma Olvera Santos

Sindicalista, feminista, aficionada a las letras. Ganadora del 3er lugar en Narrativa de IV Concurso Internacional de Poesía y Narrativa Vivencias 2011, del Instituto Cultural Latinoamericano en Junin, Buenos Aires, Argentina.

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