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Cine

Medio siglo de La naranja mecánica de Kubrick.

Ultraviolencia. Con esa sola palabra podemos definir A Clockwork Orange, filme de Stanley Kubrick basado en la novela de mismo nombre, escrita por Anthony Burguess en 1962. En 2021 se cumple medio siglo de La naranja mecánica de Kubrick.

Como en el caso de The Shining (El Resplandor, 1980), basado en otro libro (de Stephen King), el director de cine se desvía considerablemente de la fuente (a disgusto de sus creadores) cambiando radicalmente los finales, motivaciones de los personajes y con esto, el sentido de la obra. A Kubrick, claramente, esto no le importaba y hacía unas versiones muy personales, celebradas por su realización e innovación.

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La naranja mecánica causó revuelo por todo el mundo desde el momento de su premier, el 19 de diciembre de 1971, en la ciudad de New York. Y muy probablemente ese era el objetivo pues el filme es irreverente y excesivo. En ocasiones es palpable el propósito de causar conmoción.

Tal vez vista con los ojos de ahora, la película no resulte tan extrema; después de todo, los públicos actuales están expuestos a la violencia, el sexo y la insolencia desde muy temprana edad. Los tabúes de antes no aplican hoy. Sin embargo, el mensaje transmitido por la producción sigue siendo el mismo y tiene más validez si se logra ver más allá de la forma. Parte del punto es precisamente ese, el ver la violencia como algo normal. Estar acostumbrados a ella y llegar a la indolencia o incluso, al disfrute.

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A 50 años, la efectividad de la película tampoco se pierde. Los mensajes son los mismos y su nivel artístico se mantiene. Su música y sus actuaciones continúan siendo notables y objeto de estudio en varios campos, como el cine, la comunicación y la sociología.

Tal vez La naranja mecánica ya no se sienta como un futuro distópico, sino más bien una realidad alterna, un presente alcanzado y superado, no tan distinto de lo que podemos leer en cualquier diario o noticiero.

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El décimo segundo filme en la carrera del cineasta norteamericano tiene una enorme virtud, la extraordinaria actuación de Malcolm McDowell, quien interpreta a Alex DeLarge (en la novela, a Alex nunca se le otorga un apellido, creando una mayor sensación de que el protagonista podría ser cualquier persona). McDowell tiene el carisma y habilidades necesarios para hacerse odiar y para provocar lástima y en un momento determinado, empatía. Kubrick estaba tan conforme con su actuación, que solía hacer pocas tomas de sus escenas, algo raro en el director.

La banda sonora del filme también ha sido motivo de reconocimiento. Como la historia misma, hay piezas que no encajan, generalmente las que han sido arregladas por Wendy Carlos, compositora que toma algunas piezas de la música clásica y que modifica, en ocasiones, para generar una sensación de escozor, de irrespeto a las composiciones originales. Por supuesto, el trabajo experimental y electrónico de Carlos en este filme se ha inmortalizado.

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Es conocido el dato acerca de que Stanley Kubrick le pidió al cuarteto de rock británico Pink Floyd su permiso para utilizar la suite de “Atom Heart Mother”, más la banda se negó. Al final, esto funciona mejor pues la banda sonora se compone principalmente de temas del periodo clásico, más atemporales; estos tienen su propósito, como mostrar el amor de Alex por la novena de “Ludwig van” (Beethoven); este mismo amor se verá afectado radicalmente. La única pieza pop de la película también es trascendental en el relato (y otro elemento no incluido en el libro), se trata de “Singin’ in the Rain”, interpretada por Gene Kelly.

Por cierto, en la escena de la tienda de discos aparece el negado álbum Atom Heart Mother, de Floyd, así como el Magic Mystery Tour de The Beatles y como una paradójica referencia, la banda sonora para 2001: A Space Oddysey, también dirigida por Kubrick y su película inmediata anterior (de 1968).

Por si te interesa, te dejo un enlace a la nota dedicada al álbum de Pink Floyd:

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Alex es líder de una banda de pandilleros en una Inglaterra del futuro, carente de gusto y ensimismada. Los droogs (amigos) de Alex dedican sus tiempos libres a causar destrozos, a violar y golpear gente, pateando sus cuerpos y gullivers (cabezas).

La banda de delincuentes utiliza el slang conocido como Nandsat, palabras o frases provenientes de idiomas distintos al inglés, básicamente del ruso o deformaciones de distintas palabras.

La pandilla tiene una tambaleante jerarquía. Cuando Alex les colma el plato, es traicionado y como consecuencia, enviado a prisión. En aquel lugar, el joven descubre la implementación de una técnica experimental inhibidora por parte del gobierno para crear conductas sumisas en los reos. Alex lo ve como un posible escape a su condena.

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Alex se ofrece como voluntario para la “técnica Ludovico”, que consiste en la exposición extrema a la violencia hasta provocar un bloqueo físico y sicológico en el individuo con el fin de lograr una reinserción social efectiva y sin riesgos para los demás. Una vez condicionado, el individuo es incapaz de reaccionar agresivamente, por lo que queda vulnerable en un mundo que hace poco por procurar a sus integrantes. Así, se genera otro problema, la automatización de las personas y la pérdida del libre albedrío; el victimario se convierte en víctima.

El cuestionamiento hacia la validez de estos procedimientos y sus consecuencias sociales, crea otra interrogante; para un gobierno, ¿cuál sería el límite? No solo se condiciona al individuo, se le incapacita. ¿Quiénes son considerados sujetos de riesgo? ¿Los delincuentes? ¿Las minorías? ¿Los libre pensadores? Con un humor muy negro, A Clockwork Orange plantea estos elementos.

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Por cierto, si te parece que el título del filme (o el libro) no tiene mucho sentido en ningún idioma, es porque realmente no lo tiene. El propio autor declaró al inicio que no sabe a bien cómo lo obtuvo, sólo que le parecía haberlo escuchado como parte del folclor provinciano inglés. Con el tiempo, ajustó su significado a la alegoría de un cuerpo orgánico, un humano (representado por la naranja) convertido en una maquina (un mecanismo de reloj –clockwork-).

A Clockwork Orange es, sin temor a equivocarnos, una de las mejores cintas en la filmografía de Stanley Kubrick y probablemente su más conocida. En este menguante 2021, se cumplen 50 años de la premier, realizada el 19 de diciembre de 1971.

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Iñigo Pérez

25 años en medios de comunicación, seguidor del comic (desde antes de que fueran "cool"), de la música, del cine y de las series. El arte se expresa de muchas formas... solo tienes que plasmar el tuyo.

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