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Cine

Sara: amor y revolución.

El día de ayer, viernes 20 de enero de 2023, se estrenó en la capital del estado de Querétaro (la cual lleva el mismo nombre), en México, la producción fílmica Sara: amor y revolución.

La historia tiene una peculiar visión, es un punto de vista paralelo al que comúnmente se aborda. La mujer a quien se refiere el título, es la esposa de Francisco I. Madero, Sara Pérez Romero, oriunda del municipio de San Juan del Río, en Querétaro. Como es bien sabido, “detrás de un gran hombre suele haber una gran mujer”.

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Para quienes nos lean más allá de las fronteras mexicanas, Madero fue un presidente mexicano, pieza clave en la Revolución de dicho país, que estalló en 1910 y con el fin de frenar una dictadura de 30 años, del general Porfirio Díaz. La igualdad de condiciones de vida para el pueblo fue otro de sus objetivos, así como la instauración de la democracia.

Francisco I. Madero (cuya “I.” en el nombre no estaba del todo clara, aunque, al parecer se ha confirmado que es relativa a Ignacio), fue bautizado como el “apóstol de la democracia”. Mas esto no le hacía carecer de enemigos.

La de Madero, es una de las vidas interesantes de los personajes históricos mexicanos, así como una de sus figuras respetadas y muy comúnmente idealizadas. Aun así, como en todo pasaje histórico, algunos datos importantes transitan a un segundo plano, hecho que subsana esta película.

Sara: amor y revolución, es un esfuerzo por mostrar tanto a Madero, como a sus aliados; sobre todo, a la mujer con quien se compenetraba a la perfección a un nivel ideológico, a su compañera de vida.

La directora Dora Guzmán presenta la historia de quien está destinada a no solo ser la esposa del Presidente Madero, sino uno de sus grandes motivadores. No se trata de un filme feminista sin causa, por el placer de serlo, sino un foco que amplía nuestro panorama de la historia y, sí, que nos recuerda que por doquier han existido mujeres preponderantes, dignas de reconocimiento.

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La producción es modesta en su realización, mas no en su visión. La directora evita algunas de las convencionalidades del medio y muestra una narrativa un tanto distinta -a veces económica-, lo cual genera interrogantes que cada espectador concluirá, emitiendo su propio dictamen.

Guzmán juega con los planos secuencia a una cámara, apoyada en la entrega de diálogos y reacciones de sus actores, los cuales no decepcionan. Se observan algunos planteamientos teatrales en los que la cámara y la luz son primordiales. Vemos muchos tiros de cámara compartidos, como los two shots o group shots (composiciones con dos o con varios actores) sin intercortes (como cuando la cámara cambia de un actor a otro). Esto puede tener fines prácticos con un ahorro de tiempo (y presupuesto). Al final, es una señal de confianza en los actores, quienes hacen su mejor trabajo.

La fotografía tiene algunas elecciones peculiares, los parajes naturales son hermosos y, aunque no dejan de verse “actuales”, cumplen con su cometido. La atmósfera y la forma de narrar crean una sensación de “álbum fotográfico”, donde vemos algunos momentos selectos, además de lo que la memoria nos permite recordar. Por este efecto, Sara: amor y revolución, en ocasiones parece una colección de escenas, o de instantes.

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Si bien, Sara es nuestra protagonista -y quien, según esta propuesta, merece ser investigada más a fondo-, en un punto del filme el foco se vuelca a la figura del propio Madero, dejando un tanto de lado a su esposa. El futuro presidente, a quien conocemos como “Pancho”, es presentado como una figura falible, humana y con errores no justificables, pero dispuesto a rectificar su camino. Es ahí, donde Sara juega otro papel importante y tal vez bastaba con un “no” de ella, para modificar el rumbo de todo un país.

Ya más avanzada la película, el foco central retorna a Sara (ahora de Madero), aunque en algunos momentos es meramente de manera circunstancial.

Para este álbum en movimiento es importantísima la música, y un gran trabajo narrativo. La banda sonora de José de la Parra, es uno de los elementos más fuertes de esta producción y casi merece un crédito entre los actores. El score, apoyado en las cuerdas, piano, guitarra y en los momentos precisos, percusiones, es el acompañante perfecto de esta película, brindando cohesión a la producción y dirección al espectador. La música es elegante, romántica y, en todo momento, pertinente, acompaña sin robar protagonismo.

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En Sara, vemos a tres “Saras”, interpretadas por tres actrices; todas ellas entregan lo que prometen. Primero, la joven Liah Martínez, quien se encarga de engancharnos con quien será una mujer importante para todo un país. Después, el peso del filme se centra en María Menéndez, haciendo un trabajo digno de reconocer; Menéndez hace imposible no interesarnos por su personaje y nos deja con ganas de ver más trabajos suyos en la pantalla grande.

Y la cereza en el pastel del filme, es Sara adulta, con una pequeña, pero memorable aparición de Ofelia Medina, a quien es un deleite ver con su visible dominio de escena.

Otros actores destacan, como Verónica Carranco quien hace el papel de la nana, con brillantes destellos de improvisación. Javi Bauserman es Francisco I. Madero y Julio Bracho, Macario, padre de Sara.

Sara: amor y revolución, es eso, una historia de amor, de perdón y de lucha, que no solo nos abre una página al pasado, también nos invita a seguir investigando y conociendo.

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Iñigo Pérez

25 años en medios de comunicación, seguidor del comic (desde antes de que fueran "cool"), de la música, del cine y de las series. El arte se expresa de muchas formas... solo tienes que plasmar el tuyo.

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