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Syd Barrett… ¿Quién de ustedes es Pink Floyd?

Creó el nombre de uno de los grupos de rock más famosos en la historia a partir del apelativo de dos músicos estadounidenses de blues, lo cual resulta curioso, pues su banda no se distinguía por tener fuertes influencias de ellos o del género musical en sí. Los músicos eran Pink Anderson y Floyd Council, quienes contaban con un puñado de grabaciones con su música.

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El hecho de que Roger Keith Barrett conociera a estos exponentes en particular, denotaba su gran interés por la música, entre ella, la poco convencional. En ese tiempo, los canales de difusión musical eran muy distintos y bastante más limitados.

Con Pink Floyd, las composiciones de “Syd” Barrett eran más del estilo sicodélico. Durante la segunda mitad de la década de los ‘60s, en el mundo se fraguaba el sonido que llegaría a ser conocido como “rock progresivo” del cual, Floyd fue parte integral. La influencia de la sicodelia, de la experimentación con la música y la fusión de varios géneros como el rock, el jazz, el blues y el folk, creó un movimiento poco comercial pero bastante difundido por el planeta. Cada país tuvo a sus grupos de rock progresivo, sobre todo Europa.

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La influencia ejercida por Pink Floyd sobre sus contemporáneos es palpable. Incluso por músicos más de la corriente comercial del rock, como David Bowie de quien se sabe, fue fan de Barrett. En su disco Pin Ups (1973) encontramos su magnífico cover a “See Emily Play”, segundo sencillo de Pink Floyd en 1967.

El mismo Pink Floyd nunca olvidó a su progenitor; en varios de sus discos encontramos su influencia, ya sea en su composición o en sus dedicatorias como en el álbum de 1975, Wish You Were Here, cuyo contenido es una introspección a sus inicios y en particular a Barrett, el “Diamante loco”. “Shine on you Crazy Diamond”, “Brilla, Diamante loco”, el impredecible, el que les dio origen y futuro, el que los hizo sufrir, el que los vio partir.

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Sus compañeros, después de que se vieron obligados a despedir a Barrett del grupo, le produjeron dos discos, los únicos que pudo y quiso grabar. En ambos se escucha a Barrett  en su más pura esencia, con sus letras surreales y humorísticas. Era más cercano al folk de Dylan, pero sin su crudeza lírica, era un poco más divertido, más ligero y muy espontáneo.

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Después de su último disco (ambos son de 1970), Syd se cansó de la música profesional. Como pasa en ocasiones, la fama se comió al músico. Una leyenda es una mezcla de realidad con fantasía. En el caso de Syd sucede lo mismo. El joven músico experimentó con las drogas emergentes y le provocaron daño neurológico. Más nunca se ha confirmado la tan popular esquizofrenia que, ciertamente, le imprime más dramatismo a su historia, la romantiza.

Los problemas provocados por los estupefacientes y el desánimo llevaron a Syd a dejar la música de manera profesional y a conducir una vida relativamente tranquila. La pintura fue su nuevo motivo de arte.

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Barrett tuvo otro roce con la industria de la música cuando fue al estudio de grabación (en 1975) donde Pink Floyd grababa el álbum Wish You Were Here, que contiene la mencionada “Shine On You Crazy Diamond”, así como la canción que da nombre a la placa, dedicada a él (“Me gustaría que estuvieras aquí”). El aspecto demacrado de Syd, fuera de forma y la depilación total de sus cejas dieron origen a otra imagen, la de “Pink” (Bob Geldfof) en la cinta de Alan Parker de 1982, The Wall.

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Otra canción del citado álbum es “Have a Cigar”, una pequeña autobiografía del grupo y su primer encuentro con la industria profesional, representada por “un traje”, un ejecutivo que poco sabe de música y cuyo objetivo principal no es la difusión, sino la generación de dinero. En esta, se les pregunta: “Por cierto, ¿Quién es Pink?”, para saber quién era el líder del grupo. ¿Quién era Pink Floyd? Todos. Y ninguno. El que ya no estaba para 1975. Si alguien era “Pink Floyd”, era Syd Barrett.

El grupo estuvo consciente todo el tiempo de la importancia de su creador, aunque ya no los acompañara, aunque se hubiera –lo hubieran- bajado del barco al inicio para navegar “el río sin fin” (The Endless River). Es por ello que se aseguraron de su bienestar económico. Fueron crueles al dejarlo, sí, pero a la vez fueron agradecidos. En entrevistas, se les puede notar conmovidos al hablar de su amigo.

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Barrett pasó su vida en Cambridge, su ciudad natal. Alguno que otro seguidor o reportero desconsiderado buscaba retratarlo sin permiso. Al músico no le gustaba. Tampoco le importaba. Entre realidades y leyendas, continuó la existencia de Syd hasta su muerte a los 60 años, el 7 de julio del 2006, hace ya 15 años. Como extraña coincidencia, su fallecimiento ocurre un año después de que Pink Floyd se reuniera por única vez desde 1982 para tocar juntos durante el cierre del concierto simultáneo mundial, Live 8, el 2 de julio de 2005.

(Una de las pocas sesiones fotográficas con los 5 miembros oficiales en la historia de Pink Floyd. Atrás: David Gilmour, Roger “Syd” Barrett. Frente: Nick Mason, Roger Waters, Richard Wright)

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No fueron las drogas ni fueron los problemas mentales, fue algo más normal, una enfermedad, lo que llevó a Barrett de nuestro plano a otro mundo. Se dice que fue el cáncer pancreático o la diabetes, nunca se ha dado una causa oficial. Este día, tal vez Syd esté haciendo más música, tal vez no. Lo que es seguro es que la que hizo, continúa con nosotros y será de esta manera durante mucho tiempo. Así fue -en parte- Syd, conocido por millones, sin importar que no sepan su nombre.

Roger Keith “Syd” Barrett (6 de enero de 1946 – 7 de julio de 2006), Cambridge, Inglaterra.

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Iñigo Pérez

25 años en medios de comunicación, seguidor del comic (desde antes de que fueran "cool"), de la música, del cine y de las series. El arte se expresa de muchas formas... solo tienes que plasmar el tuyo.

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