Sábado de guerra

La pandemia y por supuesto el lockdown fueron mi punto de quiebre para entender que, de alguna forma, tenía que reinventarme.

Debo confesarte que mi día favorito es el sábado, porque hago de todo: ver películas, disfrutar a mi hijo, comer y hacer nada. En realidad no tengo un día no favorito. Soy una apasionada de mi profesión, así que todos los días de la semana son muy buenos para empezar otra vez, ser creativa, trazar nuevas rutas, metas u objetivos, pero sobre todo, respirar para escucharme y después reinventarme. En el camino nacen muchas constantes y la más común es la evolución.

Sábado 14 de marzo del 2020, Berlín, AlemaniaItalia, el primer país europeo más afectado en su sistema de salud y economía, registró al 14 de marzo 17 mil 660 casos, mil 266 muertes y mil 439 recuperados, en una población de 60 millones 48 mil habitantes.

La pandemia ha puesto en jaque a la sociedad y gobierno italiano con un sistema de salud colapsado. Según los canales de noticias, enfrentarán una deuda de 25 mil millones de euros, representados en un paquete de ayuda para recuperarse. Al día de hoy están gestionando esa cantidad con el parlamento europeo ubicado en Bruselas.

Mientras tanto Alemania, España, Francia y Austria comienzan a endurecer sus medidas, derivado a un posible pico de infecciones para la próxima semana que indudablemente dejará pérdidas económicas millonarias, como es el caso de la aerolínea alemana Lufthansa que ya perdió el 50 por ciento de sus vuelos, lo que llevará a la firma, solicitar ayuda al gobierno alemán.

Definitivamente el virus de Wuhan está poniendo a prueba los sistemas de salud y económicos de los gobiernos de todo el mundo por ser los primeros frentes para atacar en esta guerra, como bien lo refirió en un canal de noticias alemán Taggeschau, el presidente de la República Francesa Emmanuel Macron.

En segunda línea y no menos importante se encuentran los líderes de información, los medios de comunicación, los estrategas en materia de comunicación y la materia en sí. Quiénes ahora se encuentran en una curva de aprendizaje y en un tiempo de auto-diagnóstico, porque son los encargados de diseñar, elaborar y redactar contenidos emanados desde la crítica objetiva para que la población tenga una capacidad de respuesta consciente y a su vez tome decisiones responsables, evitando el pánico y la cólera política. 

En la misma línea están formados los encargados de comunicación social e interna de las empresas privadas e instituciones gubernamentales para responder ante una crisis no solo sanitaria sino también mediática, y de organización interna, para diseñar planes de contención, fortalecimiento de marcas, reposicionamiento, y sobre todo, la nueva era digital como compras en línea, homeoffice, virtual interna, summits, virtual meeting, streaming y game training.

—¡Listo!, terminé de escribir mi texto para el Universal de Querétaro, ¿qué sigue? ¡Ya no podemos salir! Llevamos una semana encerrados y ¡no hay una guía clara!, ¡las autoridades alemanas aún no logran definir el camino! ¿por qué el gobierno Chino se mantiene en silencio?—.

“La gente encerrada y la primavera no lo sabía; se escribían cartas bañadas de lágrimas por pérdidas humanas y la primavera no lo sabía.” —Buen guión del video que me envió mi amiga desde Italia, ahora resulta que sonreír se convirtió en un acto revolucionario—.

—Mi cerebro está a punto de estallar de tanta información que estoy enviando y generando para los medios queretanos sobre esta crisis sanitaria que, la única constante es la incertidumbre, el colapso de la salud mental de todos los que estamos encerrados; la crisis del surtido de alimentos por el cierre de fronteras, ¡increíble en un país de primer mundo!, racionen la compra de alimentos por familia. ¡Necesito mi país, el sol, los mercados, el ruido, los colores!, aquí todo está frío, gris, callado, sin matices y sin sonrisas. Hay un terror colectivo, personas que no siguen las reglas se manifiestan de rodillas afuera del Reichstag, llorando para que nos dejen salir y reunirnos con nuestras familias. ¿Esto es el fin?–

Me siembra la duda si vamos a salir de aquí; yo recién parida y en plena lactancia sin conciliar el sueño, en otro continente sin mi tribu mexicana, el clima que se conjuga con una depresión postparto y estacional por las bajas temperaturas, el encierro y para poner la cereza en el pastel, cayó el techo de la cocina de nuestro pequeño departamento de 62 metros cuadrados en la Ciudad Blanca de Berlín “patrimonio inmaterial… bla, bla”. ¡Un mes sin cocina y encerrados!

Se terminó mi etapa del trabajo fijo, mis extensas relaciones públicas, los eternos domingos de bici y las reuniones espontáneas con los González, hoy solo soy un punto en el mundo atravesando una crisis mundial sanitaria que me hace dudar si algún día regresaré a mi país. Nos cerraron las puertas, y entre todos nos dimos en la torre—.

La pandemia y por supuesto el lockdown fueron mi punto de quiebre para entender que, de alguna forma, tenía que reinventarme y barrer todos los días mi cerebro para encontrar nuevas formas de resistir al encierro y a las medidas enloquecedoras que estaban sucumbiendo a los países europeos. Mi única constante era la resiliencia y mi materia prima la incertidumbre y reafirma esta postura cuando compartí mis experiencias con una gran mujer mexicana que hoy vive en Canadá y que, así como yo, eligió el camino de la independencia laboral.

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