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Bienestar

¿Meditar yo?

La meditación es un acto que permite el equilibrio, la introspección y la liberación de ataduras materiales, eso en su sentido más puro, como los budistas lo practican, pero ¿qué pasa cuándo el efecto es todo lo contrario?

Según un estudio realizado por la Universidad de Southampton, en el que entrevistaron a 160 personas de la clase de yoga y meditación, arrojaron resultados que no van dentro del mood del propósito de la meditación. Al grupo se le entrevistó por 4 meses en días en los que no hacían esta actividad, y el días en los que sí, concluyendo que evidentemente esta práctica no corta el ego, aunque contribuye a la automejora y provocando un sentimiento excesivo de libertad.

Los líderes de la investigación comentaron que esto es una consecuencia que no armoniza con el objetivo de dicha actividad, resultado de las rutinas de las clases de meditación, ya que algunos instructores insisten demasiado en lo positivo de y esto da reacciones exageradas en el autoestima porque es lo que se espera que sientas.

Por otro lado, hay quienes los asiduos de esta actividad, la realizan diaria y con ello contribuyen a un mejor flujo de energía, que al final recae en lo “bueno” o “malo” que resulta el día y el aprendizaje diario del mismo.

¿Tú meditas, sabes cómo hacerlo?

Te bastan 5 minutos, comienza por descalzarte, incluso adiós a los calcetines o lo que uses, siéntate con la espalda derecha, adquiere una posición neutra en los pies (abiertos a la misma distancia que tu cadera u hombros), coloca las manos con las palmas hacia arriba sobre las piernas.

Cierra los ojos, inhala en 4 tiempo y exhala en 6; encuentra el ritmo y deja de contar, continúa con serenidad. Todos los pensamientos que lleguen a tu mente, encapsúlalos y déjalos pasar, si es algo que no logras dejar ir, anótalo y continúa en la posición inicial.

Concentra tus esfuerzos en la respiración, siente el ritmo y poco a poco deja la mente en blanco. Comienza a atraer ese pensamiento que te hará sentir gratitud y entonces hazlo, agradece. Por último trata de empatar pensamientos y emociones.

Así de fácil puedes hacer que algo tan simple, silencioso y tranquilo hagan de tu día una revolución de paz, armonía y equilibrio que, aunque no creas impacta y se contagia, recuerda ¡todo con medida y nada con excesos!

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