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¿Sabías que degustar un vino estimula más el cerebro que las matemáticas?

Abrir una botella de buen vino, verter un vaso, mirarlo y probarlo con cuidado estimula muchas más partes del cerebro que un problema matemático muy complicado.

¿Cómo el cerebro recrea el sabor del vino?

El proceso de cata de vinos es algo mucho más complejo que escuchar música clásica o que la resolución de una expresión algebraica.

La degustación del vino demanda la mayoría de nuestros sentidos. La vista comienza a interactuar con la botella aún tapada y continúa analizando el tono y la intensidad del color de lo que se vierte en el vaso; el olor se cuestiona cuando se trata de reconocer los aromas de flores, frutas y especias que se elevan desde el vaso; y finalmente, en el momento de la degustación, el sabor va a recoger las notas dulces, ácidas y sápidas presentes en el vino, mientras que la lengua y el paladar perciben las sensaciones táctiles relacionadas con el cuerpo y los taninos de ciertos tintos.

La degustación se convierte en un ejercicio aún más completo cuando pasas de los sentidos a los recuerdos, esencial para reconocer aromas y sabores, involucra la nariz, la lengua y la garganta en un proceso que alcanza la emoción y el juicio de valor.

Para que todo esto se llevela cabo de la manera correcta, debe ponerse en funcionamiento y en relación con las partes más variadas de nuestra mente. Varios estudios han revelado cómo el ejercicio continuo al que se sometieron algunos de los mejores sommeliers del mundo han llevado al engrosamiento de ciertas áreas de su cerebro. Eso puede garantizar una mayor agilidad mental.

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