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Espectáculos

American Beauty a 20 años.

La tragedia de lo cotidiano en dos horas.

Una de las películas más celebradas de su época es American Beauty -o Belleza Americana- del director Sam Mendes, quien posteriormente haría otras buenas cintas como Road to Perdition (Camino a la perdición de 2002, basada en el comic de Max Allan Collins con Tom Hanks, Jude Law y Paul Newman); o bien, las entregas en la franquicia de James Bond: Skyfall (2012) y Spectre (2017).

Mendes se dio a conocer como director “indie” y fue aclamado desde que diera a conocer su filme. Curiosamente, en Estados Unidos, se ha vuelto una costumbre decir que American Beauty es una película sobrevalorada. Tal vez se deba a que toca fibras muy sensibles y algunos nervios que ya no se permiten pellizcar.

 

El uso indiscriminado de armas, la intolerancia ante los grupos LGTB y la exclusión de los afroamericanos, son  temas con los que lidió Mendes hace 20 años de manera directa o indirecta y que ahora son “políticamente incorrectos”.

Si bien la cinta es la historia de Lester Burnham (magistralmente interpretado por Kevin Spacey, a quien también es “políticamente incorrecto” mencionar en la actualidad) y su familia, de la misma manera es un retrato de la sociedad de nivel medio estadounidense, con su decadencia en valores familiares y su poco interés por la verdadera integración.

Por otra parte y tal vez sin quererlo, American Beauty se ha convertido en un verdadero reflejo de la realidad en el país del norte, en el que se puede vivir con toda tranquilidad hasta el momento en el que algún desequilibrado irrumpe de manera violenta, desestabilizando varias vidas para siempre.

 

En Belleza Americana, Lester es un hombre de 42 años que, si bien ha cumplido con todos los parámetros sociales: tener casa, carro, una familia “tradicional”, es un hombre sin control motivación ni metas, quien ni siquiera puede conducir su propio vehículo y quien ocupa el lugar físico del hijo en el automóvil.

Burnham es retratado como un individuo insatisfecho y hasta cierto punto insignificante. La comodidad de mantener el status quo es lo que lo mantiene a raya, pretendiendo ante todos y ante sí mismo, con un matrimonio infeliz, sin respeto ni amor, pero que “funciona”. Como es común en estos casos, los hijos no sólo se dan cuenta, sino que juzgan, con base en la poca información con que se cuenta. Se pierde el respeto ante las figuras principales de la familia y tanto cariño como atención se buscan en otras partes.

 

De manera intencional, cada vez que vemos a Lester es un hombre pequeño -la cámara por lo general lo toma hacia abajo y en encuadres muy abiertos, dando una sensación de pequeñez con respecto a su entorno-, encorvado, de voz baja y sin carácter. Hasta que existe un detonante. Y no sólo para Burham.

Cada integrante de la familia busca el amor en distintos lados; tanto Lester, como su esposa Carolyn (Annette Bening) y su hija, Jane (Thora Birch) buscan satisfacer su necesidad de amor fuera del núcleo familiar. Y se da como una explosión de pasiones que no tendrá marcha atrás.

Aun así, Lester no deja de ser “el hijo”, pues se rebela contra su autoridad, en este caso su esposa. Carolyn, por su parte, pasa su propia crisis de los 40’s al encontrar un nuevo amor, un desfogue carnal que la saca de su papel de pilar de toda la vida, colocándola en un terreno incierto, desequilibrando su entorno y su futuro. Pasa por una nueva adolescencia.

Jane no tiene respeto por sus padres, pues entre ellos no se han respetado y tal vez la joven ni siquiera recuerda haber tenido una familia unida por el amor. La rebeldía mal encausada en cada uno de ellos tendrá distintas repercusiones. Sin embargo, también existe el elemento volátil que puede irrumpir dentro de cualquier vida en cada momento y que es característico de los finales en las películas “indies”.

American Beauty sigue siendo una crítica válida, tanto en Estados Unidos como en nuestro país (si bien allá se ha vuelto más una incomodidad en el rechazo a verse en el espejo). Y si no, disfrutémosla como lo que es: una buena película que cumple 20 años.

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Iñigo Pérez

25 años en medios de comunicación, seguidor del comic (desde antes de que fueran "cool"), de la música, del cine y de las series. El arte se expresa de muchas formas... solo tienes que plasmar el tuyo.

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