Gran parte de la creación musical tiene que ver con la experimentación. El compositor y/o ejecutante es una suerte de explorador que difícilmente acallará el hambre por descubrir e inventar.
Algunos rockeros han incursionado en el campo de la música clásica: Paul McCartney, Sting, Roger Waters. Es este último inglés de quien hablamos hoy, a 15 años del estreno de su ópera Ça Ira.
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“Estará bien” es el nombre francés de la obra. Sin embargo, todas las canciones están escritas en inglés, lo cual le valió algunas críticas pues no es idioma común para una ópera, menos una que trata acerca de la revolución francesa.
Ça Ira también es el nombre de una canción francesa que data del año 1790, representativa de la época de la revolución y se dice que la propia Marie Antoinette la tocaba en su clavecín.
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La obra de Roger Waters, ex líder de Pink Floyd, presenta una obra que tiene que ver mucho en estructura con sus discos de rock progresivo. Sin embargo, en este no hay elemento alguno de rock, ni siquiera la presencia de Waters, quien escribe y se hace a un lado para que la música sea la protagonista.
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Waters se valió de dos libretistas con quienes trabajó durante muchos años el concepto de la obra: Etienne y Nadine Roda-Gil (Nadine hizo el bello arte que acompaña a la música). El proyecto data de 1987 y tan temprano como en 1988 ya existía un draft de la música, más este se fue postergando.
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En algún momento se contempló para ser parte de la celebración del bicentenario de la revolución, a petición del propio presidente francés, François Mitterrand. Por desgracia, el proyecto encontró una barrera impenetrable debido a que se trataba de ingleses en tierras francesas. Fue por eso que, una vez deslindado el proyecto de los festejos, los temas fueron traducidos al inglés.
La historia en Ça Ira tiene varios puntos de vista: el de la aristocracia, la del pueblo, la de los esclavos, la de los jóvenes y la de aquellos que han abandonado la esperanza. Pese a que sufrió los embates de los puristas del género, Ça Ira es un trabajo que une dos interesantes mundos: el de la música operística y el de la historia.
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La revolución francesa siempre estará ligada a la tragedia, al desenlace fatídico en pos de un cambio social. Es el idilio creado sobre el sufrimiento y de inevitables consecuencias. “Ça Ira”… “todo irá bien”, dependiendo a quién se le pregunte.
El contenido musical tiene grandes momentos y transmite perfectamente los sentimientos deseados. Waters es un maestro en este campo, sabe conducir a quien lo escucha, lo lleva a donde quiere y, pese a no ser su hábitat natural, esta no es la excepción.
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La historia se desarrolla como una representación en un circo, uno de los espectáculos del pueblo por excelencia. Consta de tres actos que van desde la propagación de la inconformidad y dolor, pasando por la infancia de Marie Antoinette hasta el desenlace por todos conocido.
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Las distintas voces dan una riqueza adicional. Los esclavos, la realeza, en solitario o en coro, todos tienen un papel –literal y figurado- que desempeñar.
Ça Ira, cuando capta la atención del espectador, generará una inmersión voluntaria, una necesidad por el redescubrimiento de la historia, del género de la ópera, tal vez por la música de Waters y Pink Floyd, además de crear una experiencia completa.
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Ça Ira (todo estará bien), tiene el subtítulo de “Existe la esperanza”, “Una ópera en tres actos”, con las voces del barítono Bryn Terfel, el tenor Paul Groves y la soprano Ying Huang, fue escrita por Roger Waters con la ayuda de Rick Wentworth en la dirección, además de la colaboración de Étienne y Nadine Roda-Gil, es una obra poco conocida que merecería mayor difusión y que cumple 15 años.
