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Comics

La genialidad de “Chasing Amy”.

Kevin Smith no es un cineasta para todo público. Su espíritu creativo se inclina más hacia lo independiente y dentro de ciertos círculos, particularmente el de los geeks, tan de moda hoy en día. Hace 25 años era una excepción a la regla, tal como lo podemos ver en la genialidad de “Chasing Amy”.

(En español, también a Chasing Amy también se le conoció como “Mi novia equivocada”)

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Un “geek” es un entusiasta de un tema o campo en particular. Está orientado en coleccionar, reunir datos y recuerdos relacionados con su tema de interés. Tal vez no exista geek más grande en el mundo del cine que Kevin Smith, escritor, director, productor y actor, quien tuvo a bien bautizar a su hija como Harley Quinn Smith (nacida en 1999), antes de que el personaje rebasara la barrera de la animación e incluso un par de meses antes de que se presentara en los comics de DC.

Kevin Smith aprovecha cuanta oportunidad tiene para presentar el tema de los comics. Como en la cinta de la que hoy hablamos.

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Chasing Amy está situada dentro del mismo universo fílmico creado por Smith. Es la historia de dos comiqueros, el escritor y dibujante Holden McNeil, interpretado por Ben Affleck (también geek de los comics) y Banky Edwards, entintador y colorista, interpretado por Jason Lee. Ambos crean su comic, Bluntman and Cronic, y se presentan en algunas convenciones. En una de ellas, conocen a Alyssa Jones (Joey Lauren Adams), quien también es panelista y creadora de su propio comic, Idiosyncratic Routine.

(Idiosyncratic Routine es el comic creado por Alyssa Jones)

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Holden queda automáticamente prendado de la talentosa Alissa y surge una buena amistad. Por desgracia para Holden, Alissa es lesbiana, lo que genera un esperado conflicto. Por si fuera poco, Banky resiente la relación entre ambos y su prometedor futuro haciendo comics queda en juego.

La premisa es sencilla, un enredo de amor como los hay muchos, y muy buenos, en el cine. Sin embargo, la mezcla de elementos por parte de Kevin Smith es destacable. El resultado se vio reflejado en taquilla, pues Chasing Amy se filmó con tan solo $250.000 dólares y tuvo una recaudación de más de 12 millones.

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Smith se adelantaba a su tiempo. El cineasta apostó fuertemente por promover a los comics y a la gente que los crea, mucho antes de que fuera una moda mundial. En ese tiempo, las convenciones eran atendidas casi exclusivamente por fanáticos y pasaban desapercibidas más allá de estos grupos.

Smith abre la ventana al mundo de los comics y hace a sus protagonistas parte del medio, teniendo pretexto para hablar de personajes, de editoriales e incluso de crear parafernalia alrededor, como el mismo comic creado por McNeil y Banks, Bluntman & Chronic, que fue creado para el filme por un comiquero independiente, Mike Allred, creador de Madman (que, por supuesto, vemos referenciado en la cinta).

(La editorial Oni Press publicó el comic real de Bluntman & Chronic, escrito por Smith con arte de Mike Allred y Michael Avon Oeming)

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El nexo conductor más evidente entre las distintas películas de Smith son dos personajes, Jay and Silent Bob. Jay tiene vida a través del actor Jason Mewes, mientras que el callado Bob es ningún otro que Kevin Smith.

Al final de la cinta, hay una escena postcréditos que consta de la voz de Jay en off y también se puede leer la leyenda… “Jay y Silent bob regresarán en Dogma (prometido)”, similar a dos características popularizadas por Marvel Studios, años después.

(“La inevitable muerte de Chronic” tiene su explicación en el filme)

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En Chasing Amy, Smith presenta distintos grupos minoritarios –con mucho humor y sarcasmo- varias décadas antes de que fuera tema obligatorio. Los hace parte fundamental de la trama y del conflicto, lo cual le generó críticas favorables.

Chasing Amy es un filme subversivo, antes de que lo subversivo fuera lo cotidiano. Esto le permite hacer crítica, y mofa, de todos los involucrados.

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El humor, el estupendo guion y las grandes actuaciones son elementos que atrapan a la audiencia. Todo esto se puede apreciar dentro de una sensación a filme independiente, casi casero, pero con conocimiento de causa.

Hablando de actuaciones, la de Joey Lauren Adams es realmente conmovedora. Los matices creados por Adams durante la historia dan una profundidad a su personaje y a la producción en sí, ubicándola dentro de un mundo real y con problemas reales dentro de lo que es una visión farsesca y humorística. Smith se apoya fuertemente en el diálogo y da a cada participante, una identidad.

(“Chasing Amy” se convierte en un comic creado por Holden McNeil)

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Los personajes no sacan soluciones milagrosas conforme se acerca el final, ni tienen epifanías que llevan a un final feliz, son personas comunes, con errores, con ignorancia y prejuicios.

En ocasiones burda, brutalmente franca y un tanto vulgar, Chasing Amy es una dramedia (drama y comedia) que refleja un mundo demasiado cercano. Los diálogos y el producto en sí, le valieron varios premios como los de la crítica de Chicago, el Independent Spirit Award, MTV y más.

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Smith, quien también es famoso por sus conferencias, se dio a conocer con Clerks de 1994, seguido de Mallrats en 1995. Su tercera producción es nuestro motivo de hoy. En su segundo largometraje, Kevin Smith incluyó al legendario editor y escritor de Marvel Comics, Stan Lee, quien se interpreta a sí mismo. Y, por cierto, durante el cameo del filme Captain Marvel de 2019, se le puede ver a Lee estudiando el guion para la Mallrats, pues la historia se centra en 1995.

Chasing Amy (Persiguiendo a Amy) cumple 25 años. Y cabe mencionar que no aparece ninguna “Amy”, pero la frase tiene sentido una vez que se ve la película.

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Iñigo Pérez

25 años en medios de comunicación, seguidor del comic (desde antes de que fueran "cool"), de la música, del cine y de las series. El arte se expresa de muchas formas... solo tienes que plasmar el tuyo.

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