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Haiga sido como haiga sido, no está mal dicho

Decir haiga es más común de lo que crees y no está erróneo, te explicamos más adelante.

En el cambio de las lenguas y en su evolución, debido a que los hablantes hacen a las lenguas, éstas pueden verse como entes vivos que sufren de fenómenos durante el tiempo, en las que a veces el hablante se cuestiona: ¿lo estoy diciendo mal? ¿está bien dicho?

Ante esta duda, comienza lo que se le conoce como cambio lingüístico, que es justo un aspecto de la lengua que comienza a crear cierta diferencia, lo que empieza a causar que se desarrollen dos variantes en las que el hablante se decida por una o por otra. Este cambio dependerá de lo que los hablantes están buscando, sea un cambio esperado o sea que una variante comience a tomar mayor fuerza a comparación de su coetánea.

Si bien, este cambio se da de forma extensa durante el tiempo y generaciones, a veces sin ser expertos en la lengua comenzamos a notar esas variantes en donde se está produciendo un cambio lingüístico; como un ejemplo actual, es uso de un género neutro en las palabras que usualmente tienen un género masculino, como decir ‘niñes’ en lugar de niños.

Este cambio por supuesto que viene acompañado de los preceptos gramaticales de la lengua, en este caso, cuando se está produciendo un cambio este todavía no es aceptado por la autoridad de la Real Academia de la Lengua hasta mucho tiempo después, lo que explica que las normas no rigen a los hablantes, sino que los hablantes son los que van creando la norma.

Haiga o haya: un caso común

En el cambio lingüístico, si bien no está predispuesto en cómo el hablante modificará la lengua, sí hay algunas presuposiciones que pueden determinar el paso del cambio. En el caso de haiga, es un cambio que perfectamente pudo seguirse en esa ruta, ya que es una evolución natural del verbo haber.

Vamos al pasado, más específicamente al español del siglo XVII, desde donde se ha documentado que el uso de haiga ya estaba usándose y no es algo reciente, sino que debido a su evolución se comenzó a hacer la inserción de una ‘i’ en verbos de segunda y tercera conjugación, como oír, traer, caer, que flexionan como oiga, traiga y caiga.

Es entonces de suponer, que debido a la flexión de las vocales dentro del verbo, es esperado que tuviera ese cambio, sin embargo, durante su evolución fue transformándose en una ‘y’ y fue separándose de sus análogas.

Este fenómeno también es conocido como arcaísmo, que significa que goza de popularidad pero su utilización está descalificada, lo que trae a colación un segundo punto: la percepción lingüística.

Cuando comienza a darse un cambio, este empieza a suceder desde abajo hasta alcanzar el prestigio o el reconocimiento en otras esferas sociales. Debido a este proceso, suele haber una crítica de aquellos que usan la variante, lo que significa que el hablante se vuelva consciente de su habla y prefiera evitar usar esa variante por el miedo a ser juzgado.

En este caso, lo único que se produce es que el hablante se cohíba y cuestione su manera de hablar, eso dado por la corrección que otros pueden darle, lo que al final termina dando un estatus de que “no sabe hablar” o “habla mal”, cuando en realidad es un cambio que se está produciendo y enriquece el habla.

Por otro lado, ese fenómeno tuvo mayor auge en América Latina, a diferencia de España, donde la palabra haiga funciona como un sustantivo que se popularizó en la posguerra que hace referencia a un auto ostentoso de origen extranjero.

¿Y la RAE qué expresa de la palabra? Pues, si bien es considerada un “error” en el consciente colectivo, la realidad es que sí está aceptada por la RAE e inclusive está incluida en el diccionario, por lo que sí estaría correcto decir ambas formas.

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Mar

Escritora, redactora. Egresada de la carrera de Lengua y Literatura Hispánicas, fui parte de la Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM. La escritura es el camino y la meta, y siempre estoy pensando con palabras.

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