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Nacional

“Uno se desconecta y se entrega a Dios, no se siente el dolor”: así es la experiencia de quienes hace penitencia en Taxco

Ni la cera caliente, las espinas de zarza enterradas en los hombros o las puntas de acero clavadas cientos de veces en la espalda les duelen cuando los penitentes caminan descalzos por empinadas calles durante la Semana Santa de Taxco, Guerrero.

“Cuando uno inicia te pones en manos de Dios, te desconectas y te entregas a él, cuerpo, alma y espíritu, en el momento vas haciendo tu oración, te concentras en tu oración, pides, oras, uno se desconecta y se entrega a Dios, no se siente el calor, no se siente la ligadura en tus tobillos, no sientes cansancio porque lo haces con amor, amor a Dios”, expresó una de las decenas de mujeres que participan en las procesiones, integrante de la Hermandad de Ánimas de la Santa Veracruz.

Desde hace décadas, durante la Semana Santa por las calles de Taxco caminan cientos de penitentes, hombres y mujeres que con el rostro cubierto flagelan su cuerpo de diversas formas.

Algunos cargan sobre su espalda y hombros un rollo de varas de zarza con espinas que llega a pesar hasta 60 kilos.

Otros utilizan un instrumento denominado disciplina, una cuerda con plomo y clavos con la que azotan su espalda durante horas hasta terminar en carne viva.

Mujeres penitentes amarran pesadas cadenas a sus pies descalzos y caminan encorvadas mientras llevan en las manos velas cuya cera cae directamente sobre su cuerpo.

“Nosotras llevamos un cabresto en la cintura, va a nuestra cintura, llevamos unas cadenas amarradas a los tobillos y llevamos velas de un kilo cada vela, no en todas las procesiones salimos con velas, pero llevamos una cruz, eso es lo que más llevamos

“Las velas es la luz, la luz para que nosotros iluminemos, las cadenas es como el sacrificio pues, de arrastrarlo, el esfuerzo, y el cabresto va a nuestro cuerpos… de una forma o de otra sentimos lo que Dios sintió en el momento”.

Todos los penitentes recorren las empinadas calles de Taxco con los pies descalzos.

La intención de cada penitente al participar en la procesión es distinta, pero el común denominador es intentar ser una mejor persona, cumplir una manda o agradecer a Dios las bondades que reciben.

“La razón última o primera es la santificación, el ser santos como Dios, estar unidos, sean uno como yo, dice Jesucristo, somos uno con el Padre, la santificación, si tenemos una persona que es santa, santifica a su familia, santifica el ambiente donde se encuentra el lugar de su trabajo, santifica al pueblo, a la ciudad, al estado, santifica a México y al mundo, ese es el fin, el motivo, digamos último. Hay otros motivos, por ejemplo, alguien promete ser mejor habiendo recibido un favor, aquí es muy famoso esto, una manda”, explicó Tomás Martínez Rivera, párroco de Santa Prisca.

Durante su recorrido, los penitentes realizan oración y reflexionan.

La participación en las procesiones es anónima, por eso los penitentes cubren su rostro con una capucha negra con la que solo se les ven los ojos.

“La vestimenta negra ea la renuncia al pecado, por eso van vestidos totalmente de negro; la cruz y la flagelación va siendo el derrame de sangre de la flagelación de Nuestro Señor Jesucristo; el arrastre de cadenas simboliza el arrastre del pecado de todos los seres pecadores de este mundo, y el rollo de zarzas representa la cruz de Cristo cuando va en su trayectoria, es parte de su pasión de Jesucristo”, dijo César Tagle Reyes, integrante de la Hermandad Mayor de Encruzados.

Las heridas que sufren quienes participan en las procesiones pueden llegar a durar hasta 7 días, aunque las cicatrices les quedan toda la vida.

Sin embargo, aseguran que la pasión y fe con la que caminan durante la procesión hace que no sientan dolor alguno.

“No se puede definir con palabras, cuando uno está totalmente en la penitencia, cuando uno está totalmente entregado en el momento del acto penitencial, le puedo decir y le puedo asegurar que cuando uno está preparado, cuando uno prepara su cuerpo y lo liga con el espíritu, el sufrimiento no se va sintiendo, no se siente, es una manera si se puede decir así, hasta de gozo, hasta de gozo, pero no en el sentido de morbo, sino en un sentido de cambio de vida, en un sentido de conocimiento, más espiritual, más a que me lleve enfocado una vida mejor, a una vida mejor, humano, social, espiritual, eclesiástico, si así lo podemos decir”, dijo desde el anonimato otro de los penitentes, integrante de la Hermandad Cristo es el Camino.

Algunos de los penitentes participan en las procesiones para agradecer a Dios las bondades recibidas durante el año.

“La sensación es la misma desde el primer año que yo estoy participando, siempre son nervios, antes de que me pongan el rollo son nervios, cuando una vez me amarran, todo ya es en manos de Dios y se me olvida todo, me entregó completamente a lo que estoy haciendo, en oración y caminando con fe y con oración.

“Esto se trata para mí de agradecer por todo lo que Jesús nos da, que es trabajo, una familia, el simple hecho de tener salud porque mas que nada si una persona no tiene esa preparación de salud y fe, pues es imposible casi salir e intentar hacer lo que hacemos. Nosotros lo hacemos para caminar con Jesús”.

En Taxco de Alarcón esta tradición tiene registro desde el año 1598, sin embargo, se lleva a cabo regularmente desde la década de 1920.

Durante todo el año, los penitentes se preparan física, mental y espiritualmente.

Para ello deben acudir cada semana a reuniones de oración, participar en dos retiros al año, cuatro reuniones de juntas generales y dos extraordinarias.

Además deben participar activamente con servicios de altar en las parroquias de la comunidad.

Todo eso para tener la fortaleza y soportar las procesiones que durante horas recorren las calles del Pueblo Mágico de Taxco.

“Uno se desconecta y se entrega a Dios, no se siente el dolor”.- Penitentes de Taxco narran experiencia

Ni la cera caliente, las espinas de zarza enterradas en los hombros o las puntas de acero clavadas cientos de veces en la espalda les duelen cuando los penitentes caminan descalzos por empinadas calles durante la Semana Santa de Taxco, Guerrero.

“Cuando uno inicia te pones en manos de Dios, te desconectas y te entregas a él, cuerpo, alma y espíritu, en el momento vas haciendo tu oración, te concentras en tu oración, pides, oras, uno se desconecta y se entrega a Dios, no se siente el calor, no se siente la ligadura en tus tobillos, no sientes cansancio porque lo haces con amor, amor a Dios”, expresó una de las decenas de mujeres que participan en las procesiones, integrante de la Hermandad de Ánimas de la Santa Veracruz.

Desde hace décadas, durante la Semana Santa por las calles de Taxco caminan cientos de penitentes, hombres y mujeres que con el rostro cubierto flagelan su cuerpo de diversas formas.

Algunos cargan sobre su espalda y hombros un rollo de varas de zarza con espinas que llega a pesar hasta 60 kilos.

Otros utilizan un instrumento denominado disciplina, una cuerda con plomo y clavos con la que azotan su espalda durante horas hasta terminar en carne viva.

Mujeres penitentes amarran pesadas cadenas a sus pies descalzos y caminan encorvadas mientras llevan en las manos velas cuya cera cae directamente sobre su cuerpo.

“Nosotras llevamos un cabresto en la cintura, va a nuestra cintura, llevamos unas cadenas amarradas a los tobillos y llevamos velas de un kilo cada vela, no en todas las procesiones salimos con velas, pero llevamos una cruz, eso es lo que más llevamos

“Las velas es la luz, la luz para que nosotros iluminemos, las cadenas es como el sacrificio pues, de arrastrarlo, el esfuerzo, y el cabresto va a nuestro cuerpos… de una forma o de otra sentimos lo que Dios sintió en el momento”.

Todos los penitentes recorren las empinadas calles de Taxco con los pies descalzos.

La intención de cada penitente al participar en la procesión es distinta, pero el común denominador es intentar ser una mejor persona, cumplir una manda o agradecer a Dios las bondades que reciben.

“La razón última o primera es la santificación, el ser santos como Dios, estar unidos, sean uno como yo, dice Jesucristo, somos uno con el Padre, la santificación, si tenemos una persona que es santa, santifica a su familia, santifica el ambiente donde se encuentra el lugar de su trabajo, santifica al pueblo, a la ciudad, al estado, santifica a México y al mundo, ese es el fin, el motivo, digamos último. Hay otros motivos, por ejemplo, alguien promete ser mejor habiendo recibido un favor, aquí es muy famoso esto, una manda”, explicó Tomás Martínez Rivera, párroco de Santa Prisca.

Durante su recorrido, los penitentes realizan oración y reflexionan.

La participación en las procesiones es anónima, por eso los penitentes cubren su rostro con una capucha negra con la que solo se les ven los ojos.

“La vestimenta negra ea la renuncia al pecado, por eso van vestidos totalmente de negro; la cruz y la flagelación va siendo el derrame de sangre de la flagelación de Nuestro Señor Jesucristo; el arrastre de cadenas simboliza el arrastre del pecado de todos los seres pecadores de este mundo, y el rollo de zarzas representa la cruz de Cristo cuando va en su trayectoria, es parte de su pasión de Jesucristo”, dijo César Tagle Reyes, integrante de la Hermandad Mayor de Encruzados.

Las heridas que sufren quienes participan en las procesiones pueden llegar a durar hasta 7 días, aunque las cicatrices les quedan toda la vida.

Sin embargo, aseguran que la pasión y fe con la que caminan durante la procesión hace que no sientan dolor alguno.

“No se puede definir con palabras, cuando uno está totalmente en la penitencia, cuando uno está totalmente entregado en el momento del acto penitencial, le puedo decir y le puedo asegurar que cuando uno está preparado, cuando uno prepara su cuerpo y lo liga con el espíritu, el sufrimiento no se va sintiendo, no se siente, es una manera si se puede decir así, hasta de gozo, hasta de gozo, pero no en el sentido de morbo, sino en un sentido de cambio de vida, en un sentido de conocimiento, más espiritual, más a que me lleve enfocado una vida mejor, a una vida mejor, humano, social, espiritual, eclesiástico, si así lo podemos decir”, dijo desde el anonimato otro de los penitentes, integrante de la Hermandad Cristo es el Camino.

Algunos de los penitentes participan en las procesiones para agradecer a Dios las bondades recibidas durante el año.

“La sensación es la misma desde el primer año que yo estoy participando, siempre son nervios, antes de que me pongan el rollo son nervios, cuando una vez me amarran, todo ya es en manos de Dios y se me olvida todo, me entregó completamente a lo que estoy haciendo, en oración y caminando con fe y con oración.

“Esto se trata para mí de agradecer por todo lo que Jesús nos da, que es trabajo, una familia, el simple hecho de tener salud porque mas que nada si una persona no tiene esa preparación de salud y fe, pues es imposible casi salir e intentar hacer lo que hacemos. Nosotros lo hacemos para caminar con Jesús”.

En Taxco de Alarcón esta tradición tiene registro desde el año 1598, sin embargo, se lleva a cabo regularmente desde la década de 1920.

Durante todo el año, los penitentes se preparan física, mental y espiritualmente.

Para ello deben acudir cada semana a reuniones de oración, participar en dos retiros al año, cuatro reuniones de juntas generales y dos extraordinarias.

Además deben participar activamente con servicios de altar en las parroquias de la comunidad.

Todo eso para tener la fortaleza y soportar las procesiones que durante horas recorren las calles del Pueblo Mágico de Taxco.

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