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Cine

Salvando al soldado Ryan, de 1998.

Saving Private Ryan no es un filme de acción como tal, no es entretenimiento sino una especie de documento. Salvando al soldado Ryan, de 1998, es una postura de Steven Spielberg hacia la guerra.

El cineasta fue considerado como el rey del entretenimiento del cine Hollywoodense, casi desde su debut con Tiburón (Jaws) en 1975. El apelativo fue bien aplicado, pues fue con esa producción que iniciaron los llamados “blockbusters” de verano; grandes producciones de alto presupuesto cuyo fin es el de atraer a la mayor cantidad de gente a los cines. Como la asistencia bajaba durante el tiempo de vacaciones se comenzó implementar esa estrategia, para sacar a la gente de las playas (¿Y qué mejor que hacerlo con un tiburón asesino?).

Salvando al soldado Ryan

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Spielberg, además de este tipo de filmes de verano e historias fantásticas de extraterrestres, ha utilizado al cine con otro de sus objetivos: el de documentar. Es por ello que en su filmografía encontramos filmes tan brutales como La lista de Schindler (Schindler’s List, 1993) y Saving Private Ryan.

La secuencia inicial de Salvando al soldado Ryan ha sido criticada por su larga duración y por la crudeza de sus imágenes, por la violencia presentada en la pantalla y por la poca claridad de los sucesos. Sin embargo, exactamente ese es el objetivo.

Al espectador puede llegar a parecerle desesperante una secuencia de 25 minutos, al grado de levantarse de su butaca y salir de la sala (o, en estos tiempos, cambiar de película en el servicio que se esté ocupando). La finalidad de la misma, es tratar de evocar los sentimientos de los soldados atrapados en un campo de combate que, a diferencia de la gente normal, no puede levantarse y salir a tomar un café.

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El inicio de la película ocurre el 6 de junio de 1944, en la batalla conocida como “El día D” (Operación Neptuno), con la invasión de la playa Omaha, en Normandía, al noreste de Francia, cuando las tropas de Reino Unido, Canadá y Estados Unidos, desembarcan para encontrarse bajo el fuego alemán.

La violencia extrema, el caos y la confusión que se presentan, intentan proyectar un poco de lo que pudieran haber sentido los soldados en ese momento (y durante cualquier guerra). Aquellos hombres no tenían la posibilidad de apretar el botón de “pausa”; debían continuar, con miedo, dolor e incertidumbre, tratando de avanzar sin morir y viendo como sus amigos eran despedazados por la metralla.

En el mejor de los casos, un soldado podría morir instantáneamente. En otros, yacían en agonía viendo, a unos metros, las extremidades que habían sido parte de su cuerpo hasta ese momento, mientras que la sangre escapaba hasta que ya no quedara más.

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Tom Hanks da vida al venerado capitán John H. Miller quien, milagrosamente, logra organizar al revoltijo de tropas y hacerse de la playa francesa, un importante movimiento en el avance del grupo aliado. Al regresar a su base, a Miller se le encomienda una peculiar misión, buscar a un soldado de nombre James Ryan. Sin embargo, su paradero es incierto e incluso se desconoce si se encuentra con vida. La orden es enviada directamente desde los altos mandos de la milicia estadounidense.

Ryan es uno de cuatro hermanos, tres de los cuales han sido confirmados como muertos en combate. Al percatarse de la espeluznante noticia, las autoridades deciden enviar una misión de rescate para hallar al hermano sobreviviente. Al lograrlo, deberán llevarlo de regreso a la base para que sea enviado de vuelta a casa con su madre. Miller es encomendado con la difícil operación con tan solo un pequeño grupo de soldados.

El filme da una buena idea de lo que es el campo de combate, con una que otra referencia a los movimientos laterales de cámara de Kubrick (en Full Metal Jacket) y muchas otras, con la cámara al hombro. Por supuesto que no deja de ser la visión parcial de un lado del campo, ya que al alemán se le presenta como elemento incidental, como el villano sin sentimientos, cuando también eran seres humanos con las mismas condiciones de vida y de muerte.

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La música y la fotografía son importantes en esta producción y fueron realizadas por viejos colaboradores de Spielberg. John Williams propone una banda sonora sutil, sobria y sin adornos, con evocación de las bandas musicales militares y solo interviene en los momentos precisos, para dar más realismo a las escenas de combate.

El realismo es imprescindible y por ello, Janusz Kamiński, quien había trabajado en La lista de Schindler, crea un nuevo entorno con iluminación más seria y natural, los colores no resaltan más allá de lo que lo hacen en la vida cotidiana.

La historia de Robert Rodat es ficticia y recopilatoria de vivencias, de novelas y de algunos hechos verdaderos; en realidad se trata de un pretexto para mostrar la brutalidad de la guerra, sin idealizar como sucede en muchas otras producciones.

Salvando al soldado Ryan pertenece a una vertiente del cine que no es documental y tampoco de entretenimiento, es un recordatorio de los momentos bélicos que tanto sufrimiento han provocado. La cinta se estrenó el 24 de julio de 1998, por lo que llega ya a los 25 años.

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Iñigo Pérez

25 años en medios de comunicación, seguidor del comic (desde antes de que fueran "cool"), de la música, del cine y de las series. El arte se expresa de muchas formas... solo tienes que plasmar el tuyo.

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