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The Dresden Dolls, de 2003.

El dueto del cual hablamos hoy es una rareza musical, no solo por su estilo sino por su esporádica existencia. Aun así, es algo de lo mejor del indie. The Dresden Dolls, de 2003.

El álbum del cual hablamos hoy es homónimo al dúo surgido el año 2000, en Boston, Massachusetts, y que consiste de la cantante, compositora, tecladista, armonicista y ukelelista, Amanda Palmer, además del baterista, corista y ocasional guitarrista y bajista, Brian Viglione.

(The Dresden Dolls, de 2003)

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El acto de estos dos músicos parece salido de un obscuro cabaret gótico de mediados del siglo XIX, pero tocando un rock fuerte, acústico y con mucha energía. Es lo más puro del estilo alternativo de principios del siglo.

A su vez, la imagen es algo único y hasta un poco perturbadora, inspirada en las famosas muñecas de porcelana de Dresden, Alemania, que hemos visto en más de una película de terror. Evocativos a la vez de los mimos franceses, The Dresden Dolls, no se quedan callados y, aunque son dos integrantes, hacen bastante ruido del bueno.

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Y si mencioné el adjetivo “gótico”, hace un par de párrafos, me retracto, ya que es una palabra que Palmer desdeña para su estilo. Según la compositora, su concepto estaría basado en un cabaret punk basado en una obra de Bertolt Brecht. La influencia del poeta y escritor de teatro, se percibe en el concepto de Dresden Dolls.

El disco debut homónimo se lanzó a la venta el 26 de septiembre de 2003, bajo el sello propio del grupo, 8 Ft. Records, y el 27 de abril de 2004, por medio de Roadrunner Records.

La placa, producida en una de sus ediciones en una base de cartón, contiene 12 canciones escritas por Amanda Palmer, quien alguna vez estuviera casada con otro genio iconoclasta, el autor Neil Gaiman (y tienen un hijo).

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La duración del álbum es de 56 minutos, por lo que es una grabación que se disfruta y que no termina demasiado pronto.

El rock de cabaret de Dresden es alegre en ocasiones, furioso en otras, melancólico en unas más y, eso sí, fresco en todo momento. Es acústico y potente, y se inclina hacia el indie verdadero.

Con su primer material, The Dresden Dolls alcanzaron a ser programados en el MTV que difundía videos musicales. Su sencillo más famoso fue “Coin Operated Boy”, aunque otros también fueron promocionados: “Girl Anachronism” y “Good Day”.

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Para la grabación del material, los Dresden recurrieron a otros músicos que aportaron violín y viola (por parte de Sasha Forte), cello (de Johnathan Sacks) guitarra eléctrica (y coros de Ad Frank), así como bajo y guitarra acústica (de Shawn Setaro). La producción es de Martin Bisi, quien ha trabajado con músicos como Sonic Youth.

La discografía de la pareja consta únicamente de tres grabaciones; las siguientes dos fueron, Yes, Virginia (2006) y No, Virginia (2008). La última, por cierto, es una recopilación de rarezas, “lados B” y remanentes de su grabación anterior. Después de su lanzamiento, la banda se separó indefinidamente, aunque han seguido haciendo conciertos y preparan nuevas canciones para una nueva placa de larga duración. O al menos, eso dicen.

The Dresden Dolls, un fantástico debut de dark cabaret, alcanza los 20 años de vida.

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Iñigo Pérez

25 años en medios de comunicación, seguidor del comic (desde antes de que fueran "cool"), de la música, del cine y de las series. El arte se expresa de muchas formas... solo tienes que plasmar el tuyo.

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