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No gracias, soy vegana.

¿Qué? Ahora resulta que de política, religión, fútbol y veganismo,  mejor no hablemos porque la polémica comienza. Lo más común escuchar es sobre la falta de proteínas en la dieta, pero para comenzar, dejemos de llamarla dieta y cambiemos a estilo de vida, porque lo es, va desde lo que comes, hasta o que haces, tus hábitos se van modificando de forma integral, de pronto te das cuenta que no tienes mucho que hacer o comprar en el supermercado.

Pensemos en algo, si las plantas son quienes producen las proteínas, y utilizamos la carne como vehículo para su ingesta, ¿comerlas directamente nos proporcionaría los mismos beneficios? La respuesta a esta pregunta es un sí rotundo; tanto cereales y legumbres que consumen los animales, son más eficientes cuando se ingieren directo.

¿Pero hay suficientes verduras todo el año para poder alimentarnos?

Aquí es cuando comenzamos a estar en jaque, pero entra el tema de la importación y exportación, al igual que la carne, porque la realidad es que el clima no permite que todas las verduras, frutas y cereales estén disponibles todo el tiempo en todos los lugares.

Algo parecido sucede con las carnes, tampoco es algo propio o exclusivo de los vegetales. Cuando consumes pollo, cerdo o res, por obviedad pescados o mariscos, revisa de dónde vienen, calcula cuánto tiempo han viajado, cuánto llevan en el refri del supermercado de las tienditas, aunque sea una minicarnicería.

¿No quieres dejar de comer carne? No hay “pex”, cada quien come lo que quiere, pero procura comprar productos que sean criados a poca distancia de casa, deja de lado los productos que ya llevan miles de kilómetros de recorrido.

Las grandes batallas entre los que están a favor del veganismo y los que no,  llegan a todos lo puntos posibles, desde el maltrato animal, que si las lechugas también sufren o hasta que si el medio ambiente te lo agradecerá o no. Como sea, en la postura que te guste,  te comparto lo siguiente: a mi me ha funcionado, me gusta y creo que me quedaré un tiempo con los vegetales, mi cuerpo, mi organismo y mi estilo de vida han dado un giro radical, dejé de vivir en el letargo y ahora me siento mucho más activa, dinámica, agusto y sobre todo feliz.

Si algo me queda claro es que comer carne o vegetales tiene consecuencias ambientales positivas y negativas, no podemos decir que unas sí y otras no, ambas posturas son culpables de abusos, extremo comercio y daños al medio ambiente; lo que está en tus manos es tomar conciencia de ello, consumir productos locales, olvidarte de tanto químico y regresar a la cocina que nuestras abuelas y abuelos aún disfrutaron plenamente, lo natural siempre será lo mejor, date el tiempo, date chance.

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